
Por un lado estaban los que decidieron poner a la hucha un tapón en el fondo, para abrirla y sacar el dinero eliminando el “elemento rompedor”. Pero otros, más revolucionarios, e incluso violentos, no querían renunciar a la satisfacción post-destrucción que suponía romper la hucha, eleminaron el cerdito, se quedaron con el mango del martillo, cambiaron la cabeza de metal por otra de cerámica, le hicieron una ranura y decidieron meter ahí las monedas.
Esta puede ser una explicación tan válida como cualquier otra para esta hucha de 43 Euros. No creo que quepan muchos ahorros dentro del martillo y corremos el riesgo de hacernos daño si salta uno de los pedazos de cerámica cuando lo rompamos… aunque, la verdad, yo le veo una utilidad bancaria: cuando la cuenta no te dé para más y te toque pagar una letra al contado puedes ahorrar en esta hucha… ¡y rompérsela en la cabeza al director de la entidad!
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